La tiranía de las aplicaciones

2025-02-24

¡Hola! Esta vez vengo a poner mi granito de arena ya que se empieza a (¡por fin!) hablar de este tema y ponerle nombre.

La tiranía de las aplicaciones es el nombre que se le está dando a la exclusión, problemas o incomodidades que sufren las personas que no usan aplicaciones, bien porque no tienen smartphone, bien porque no pueden instalar esas aplicaciones por algún motivo, o bien porque simplemente no quieren.

Nunca había parado a pensar en esto demasiado, pero hace un par de días leí esta noticia, que alcanzó más de 500 puntos en Hacker news. Esto me ha hecho pensar en que esta problemática se está convirtiendo en estructural en la sociedad. Por ello, me he decidido a escribir sobre mi experiencia al respecto, ya que puede que aporte un punto de vista distinto y en español. Creo que es bueno aprovechar los tirones de estas noticias para hacer ruido. Además, este tema me está tocando últimamente mucho la moral, así que me viene como anillo al dedo.

Pido disculpas por la calidad notablemente inferior de este artículo comparada con la de los usuales. Lo he escrito rápido para aprovechar el tirón de esta noticia en HN y no es lo normal. Normalmente reviso los artículos varias veces a lo largo de varias semanas. Escribo, reordeno, aclaro, mando a revisores y corrijo. Esta vez, no.

Mi caso concreto

Yo sí tengo smartphone, pero no puedo instalar la mayoría de las aplicaciones que la gente usa. En 2013 decidí dejar de usar Whatsapp, y poco tiempo después dejé de usar aplicaciones de Google en el teléfono. Esto empezó a hacer que la mayoría de aplicaciones empezaran a tener errores aleatoriamente o bien directamente no funcionaban. Además, las tenía que descargar de alguna fuente fiable (donde «fiable» significa tan fiable como la Play Store, jajaxd). Esta tarea se volvió más y más complicada con el tiempo hasta que me cansé y decidí que en mi móvil no entraría ni una aplicación más que no estuviera en el repo oficial de f-droid. Esto me aporta desde entonces muchísimo control sobre mi privacidad y también me da mucha seguridad, ya que f-droid es la única tienda de aplicaciones sin virus que existe, como confirman año tras año las investigaciones sobre malware en tiendas de aplicaciones.

La molestia de siempre

Todos estos años he estado aceptando estar excluido o incómodo con bastantes cosas, pero me parecía aceptable el sacrificio la mayoría de las veces. Lo usual ha sido quedarme fuera de los grupos de la actividad que estuviera haciendo en ese momento (por ejemplo, el grupo del deporte que estuviera practicando). Esto hace poco ha sido una gran fuente de inquietud porque he tenido que estar pendiente de crear rápidamente el grupo de aprobados de mis oposiciones en Telegram para que no se creara primero en Whatsapp (lo he logrado, pero he tenido que estar ahí al pie del cañón, y tampoco es que Telegram sea santo de mi devoción, pero al menos el cliente es libre).

También es bastante incómodo no tener Bizum. Tengo que estar pendiente de llevar efectivo, y cuando he tenido que mandar dinero a alguien, he tenido que pagar la comisión de la transferencia (estoy en un banco que es ético y cobra comisiones ya que no saca tajada de vender armas en las guerras de oriente medio). A euro por transferencia, sigo pensando que merece la pena, seguiré pagando felizmente esa comisión si sirve para que mi dinero no financie fines inhumanos. Aun así, si tuviera Bizum, sería instantáneo y sin comisión, estando en el mismo banco.

En general, no sé cuántas veces he tenido que decir al inscribirme en algún sitio que no tengo smartphone para que me dieran alguna otra opción que no fuera usar su aplicación para lo que necesitaba (entrar al gimnasio o polideportivo, pedir una cita en el peluquero…). Ya ni pierdo tiempo explicando nada, directamente digo que no tengo smartphone para que no me mareen o me pregunten para luego cuestionar mis decisiones. Es triste, pero me he rendido en este aspecto.

Un apunte positivo para comenzar

Me pasó algo bueno el otro día cuando me pasé por una asociación de juegos de mesa. Al principio me vine abajo cuando me dijeron que organizaban las partidas de la asociación a través de una aplicación, pero resulta que uno de los de la asociación es informático y me dijo que era una webapp que realmente se «instalaba» como una ventana especial de navegador nada más. Menos mal, respiré aliviado.

Ahora lo pienso y, en realidad, con lo que yo odio el estado actual de la web (que es prácticamente inusable en 2025, pero de ese tema ya hablaré en otra entrada si eso), que me alegre de que algo sea una web habla de manera terrible del funcionamiento estándar de las aplicaciones. Pero es que es la realidad, las aplicaciones no aportan mucho más que una web excepto rastreo y notificaciones que casi nunca necesitamos, más bien suelen ser invasivas. Vamos, que son peores que la web (vaya insulto más mezquino, ¿no? Jijiji).

En fin, después de esto, vamos con las historias que me han pasado por no poder instalar aplicaciones privativas en mi teléfono. Voy a contar los ejemplos concretos de cosas que me han pasado, a anécdota por párrafo, agrupadas en un par de categorías. Como verás, últimamente las cosas están empeorando. Parece que dentro de poco no se podrá vivir sin smartphone.

Whatsapp ahora es la única vía de comunicación

Whatsapp está tan extendido que ya se asume que es una vía válida para ofrecerla como la única. Se supone por sistema que todo el mundo tiene Whatsapp y se lleva hasta la última consecuencia.

En mi farmacia local, solo se pueden hacer encargos por Whatsapp. También puedes, lógicamente, desplazarte hasta allí, que es lo que yo hago normalmente ya que me pilla cerca.

En el veterinario al que voy usualmente (que es una sociedad protectora de animales y quiero que siga siendo la clínica de mis animales) no se puede pedir cita si no es por Whatsapp (o llamando durante no se sabe cuánto tiempo hasta que te atiendan). Tienen correo electrónico, pero no sirve para eso, ojalá supiera yo por qué.

En la tienda local de reparaciones a la que llevo mis electrodomésticos solo avisan de que han terminado de reparar tu producto por Whatsapp. Si no, pues no te avisan y tan panchos. No sé si es que tienen ese proceso automatizado o qué, pero ¿para qué revisar si algún aviso no ha salido? Si todo el mundo tiene Whatsapp, no puede fallar nada, ¿verdad? He probado a llamar por teléfono y siempre comunica, no sé si siempre hay alguien llamando o es que ni lo tienen conectado. He mandado correos electrónicos y varios SMS, pero nunca hay respuesta. Solo Whatsapp.

Hace poco llevé mi coche a que le cambiaran un par de ruedas porque se me estropeó una y no tenía más arreglo posible. Vi que en el papel, al entregar el coche, estaban desglosados los servicios que se disponían a hacerme y uno de ellos era «Aviso de finalización por SMS», así que estuve tranquilo. Al rato, me llamó por teléfono un mecánico para preguntarme una cosa sobre la reparación, lo hablamos y me dijo que estaba acabando, que pronto me avisaban. Pasaba mucho rato y no me avisaban, así que casi dos horas después ya me acerqué al taller a ver qué pasaba. Resulta que avisan por Whatsapp, que pone eso de «Aviso por SMS» pero en realidad es por Whatsapp. Y además, si no tienes Whatsapp no puede darles más igual que pierdas tus horas esperando. Ese día no puse una hoja de reclamaciones porque uno está ya cansado de pelearse, pero debería haberla puesto, ya que tenía la hora de la llamada del mecánico como referencia demostrable. Tenía que haber reclamado el tiempo que estuve esperando al mismo precio que cobran la mano de obra. Cómo me arrepiento de esto, porque para conseguir las cosas hay que moverse.

Ya no hay socialización fuera de Meta (Instagram o Whatsapp)

Hace poco he tenido un cambio en mi vida y de repente me he visto bastante solo. He intentado apuntarme a cosas para socializar, pero ha sido complicado.

Busqué clases de patinaje sobre ruedas (el patinaje artístico sobre hielo es el deporte que más me ha llenado de satisfacción en mi vida, pero en Sevilla me tengo que conformar con el patinaje sobre ruedas). Escribí un correo, y la respuesta fue que escribiera por Whatsapp. Les expliqué que no tengo Whatsapp y me dijeron que, bueno, que fuera directamente. Esto implica que todas las cancelaciones de clases por lluvias o lo que sea solo se van a comunicar por ahí, con lo cual ahora a mí me toca decidir entre un posible perjuicio o instalarme Whatsapp para poder estar al tanto de los cambios en las clases. Como apunte extra: el enlace que me dieron para que me inscribiera era un formulario de Google en el que me pedían el correo, nombre y apellidos, DNI, fecha de nacimiento, teléfono y si padezco alguna enfermedad, alergia o intolerancia. Estamos en una situación lamentable como sociedad.

Por un amigo, me enteré de que se organizaban partidas de un juego de mesa que me gusta mucho, así que busqué dónde eran y tal. El único sitio donde se publican es un perfil de Instagram. Al principio, abría ese perfil de vez en cuando para ver cuándo se publicaba que había una partida nueva, me lo apuntaba en el calendario y luego iba directamente. Hasta que un día fui y me dijeron que no podía jugar, que ya se había apuntado gente (por el grupo de Whatsapp) hasta llenar el cupo. Le pregunté al organizador si podíamos hacer algo para que no me volviera a pasar, y me dio su correo electrónico y me dijo que él me apuntaba, porque se organizan por el Instagram o un grupo de Whatsapp. La primera semana fue casi imposible, porque le mandé un correo y no lo vio (por lo que sea, tanto Google como Microsoft mandan correos de terceros directamente a spam, a pesar de que mi proveedor de correo es de más calidad que cualquiera de ellos). Le mandé un mensaje por Telegram al día siguiente, pero nunca lo vio. Le mandé un SMS al otro día. Eso sí lo vio, pero para entonces ya estaba llena la partida y me apuntó como suplente. El día de la partida, al mediodía (la partida era a las 9), me envía un correo de que hay hueco, que le confirme. Le confirmo en poco menos de media hora. Horas más tarde, yo ya preparándome para ir a la partida, me dice que ya le han dado el hueco a otra persona. Dos minutos más tarde me escribe de nuevo que no le había salido mi mensaje anterior pero que el hueco es mío, que sí vaya. A partir de la semana siguiente ya empezamos a mejorar la dinámica (que consiste en que le mando un SMS cuando veo que no ve el correo por algún motivo, aunque ya no suele pasar porque me habrá marcado como «no spam» o añadido a contactos). Esta situación parece sacada de una comedia, pero él no tiene la culpa de esto, hace lo que puede para facilitarme participar dada mi situación. El problema es estructural porque están cerradas todas las vías de contacto que deberían asumirse como universales y ninguna de las personas que se encarga de organizar esto levanta la liebre sobre que eso no está bien.

Otro amigo me recomienda un grupo LGBTIQ+ que hace muchas actividades en Sevilla. Busco y solo existe en Whatsapp o en Instagram. Dos plataformas de Meta, que recordemos que hace poco cambió sus normas, replegándose (o destapándose) al fascismo del presidente de su país, y ya se puede publicar, entre otras cosas, que las personas trans son enfermas mentales y que los gais no son normales. Y va un grupo del colectivo y elige las plataformas de esta empresa como su única vía de comunicación (total, si todo el mundo las usa, ¿qué más da?). En este caso he desistido completamente. Si este grupo solo está en estas plataformas, yo no quiero participar en él.

No acaba aquí, va a ir a peor

La lista de inconvenientes y perjuicios no acaba aquí, podría seguir recopilando anécdotas (quizá lo haga y actualice el artículo), pero lo importante es que ahora que has llegado hasta aquí, hables de tu lista. Haz ruido, escribe otra entrada en tu blog o en tus redes libres, cuéntaselo a tus grupos de amigos, o a tu grupo de juegos, de compañeros de gimnasio, del AMPA, de tu asociación, lo que sea. Haz activismo, mejora el mundo.

Por favor, es un buen momento para hacer ruido. Si no, nunca se nos va a oír.


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